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Puerto Rico: Descubre su encanto

«Puerto Rico… ¿eso está en México?»

Todavía recuerdo la pregunta que me hizo una compañera de clases en la universidad. En aquel momento se me hizo una pregunta ilógica. ¿A quién se le ocurre?

Puerto Rico había sido mi mundo por 19 años–una islita hermosa ubicada entre el mar caribe y el océano atlántico, la más pequeña de las antillas mayores, la tierra donde aprendí a comer arroz, habichuelas, bistec, guanimes, tostones, mofongo y los sorullitos de mi abuela Conchita. ¡Por supuesto que no está en México!

Creo que en aquel entonces, la gente joven en EE. UU., en general, no conocía mucho de geografía ni de lenguas. Ahora, los tiempos han cambiado. La llegada del internet continúa abriendo puertas y revolucionando el mundo. Puerto Rico es ahora mucho más conocido que antes (¿regetton?), y las personas están más concientes de que México (un país que adoro) no es el único país en el mundo donde se habla español.

En fin, vivo en los EE. UU. desde hace más de 30 años, y por haber estado aquí tanto tiempo, muchas de las fechas y detalles pertinentes a mi islita del encanto se me han olvidado. Para remediar la situación, hace unos días me puse a leer un poco sobre la Historia de Puerto Rico en el internet. Ya era hora. 🙂

Todas las culturas son el producto de su historia, y Puerto Rico no es la excepción. Sin embargo, la cultura puertorriqueña actual encierra cierta complejidad que la separa aún más de las demás culturas en latinoamérica. Y les digo porqué.

De dominio español a territorio estadounidense

El 19 de noviembre de 1493, Cristobal Colón descubrió a Puerto Rico (que en aquel entonces los indios nativos Taínos llamaban Borikén, «La tierra del noble») durante su segundo viaje a Las Américas, dándole el nombre de San Juan Bautista.

Los conquistadores españoles trajeron enfermedades, abusos y esclavitud, lo cual eventualmente incitó a los nativos a intentar rebelarse en el año 1511. Lamantablemente, sus achas y cuerpos prácticamente desnudos no tuvieron chance al enfrentarse a los conquistadores y sus armas; poco a poco la población indígena fue disminuyendo.

Los españoles, al quedarse prácticamente sin mano de obra, trajeron esclavos de la región occidental de Africa para trabajar los campos de caña de azúcar, introduciendo la raza africana en la isla. Sin embargo, la mezcla racial no terminó ahí; durante los próximos siglos llegaron otros inmigrantes de las islas vecinas, europeos blancos y, eventualmente, estadounidenses, cubanos y dominicanos. Este cruce de razas de origen español, taíno y africano, entre otros, es la base del origen étnico de los boricuas– «la raza perfecta». Y esto no lo digo yo; ¡vean lo que dice este artículo y este! 🙂

El pueblo puertorriqueño luchó por hacer valer sus derechos por varios siglos y obtener la abolición de la esclavitud además de la independencia de España. Muchos terminaron encarcelados y hasta desterrados, pero nada los detuvo hasta que finalmente obtuvieron la abolición de la esclavitud el 22 de marzo de 1873. Años después, Puerto Rico recibió la autorización para formar su propio gobierno autónomo el 28 de noviembre de 1897.

El comienzo de la guerra Hispanoamericana en abril de 1898 no permitió que Puerto Rico disfrutara de su autonomía por mucho tiempo. Desde el punto de vista de las tropas estadounidenses, ellos, los invasores, fueron recibidos con entusiasmo y los nativos no mostraron resistencia. Sin embargo, la realidad era más complicada de lo que aparentaba.

Muchos puertorriqueños deseaban la independencia y poder mantener la cultura, tradiciones, costumbres y, sobretodo, el idioma español. Otros, sin embargo, pensaban que su asociación con los EE. UU. les traería la prosperidad, democracia y libertad que siempre habían soñado.

Después de varias batallas, España cedió Puerto Rico a los EE. UU. de manera formal en el 10 de diciembre de 1898, al firmarse el Tratado de París. Al ser Puerto Rico oficialmente parte de los EE. UU., los recursos enconómicos de la isla pasaron a manos del gobierno estadounidense, y en el 1917, se les otorgó a los puertorriqueños la ciudadanía estadounidense sin derechos electorales.

Puerto Rico se convirtió en Estado Libre Asociado en el 25 de julio de 1952. Hasta el día de hoy, la división entre los estadistas (miembros del Partido Nuevo Progresista o PNP y defensores de la estadidad para Puerto Rico), los populares (miembros del Partido Popular Democrático o PPD y defensores de nuestro estado actual como territorio de EE. UU.) y los independentistas (miembros del Partido Independentista Puertorriqueño o PIP que apoyan la independencia de Puerto Rico) continúa y sigue siendo muy tensa.

Mi papá siempre ha sido estadista. Recuerdo claramente lo que nos decía, «mejor ser cola de león que cabeza de ratón».

Cuando llegué a los EE. UU., me di cuenta de que para muchos latinos, viajar a los EE. UU conllevaba un proceso bastante complicado; fue cuando aprendí lo que era una visa, o la famosa «green card». Ciertamente que ser «cola de león» nos había proporcionado cierta protección y provisto de muchas libertades y ventajas financieras, pero también trajo sus desventajas, sobre todo la manera en que se vieron afectados nuestro idioma español e identidad cultural.

Pero ese es otro tema.

¿Por qué se llama Puerto Rico?

La ciudad principal o capital se llamaba Puerto Rico, justo al lado de la bahia. Luego, en el 1522, su nombre cambió a San Juan de Puerto Rico, y para el 1582, el nombre Puerto Rico se comenzó a usar en referencia a toda la isla. Hubo como un intercambio de nombres, por decirlo así, ya que inicialmente Cristobal Colón llamó a la isla San Juan Bautista, y el nombre Puerto Rico, como ya sabemos, fue el nombre original que se le dio a la capital.

¿Por qué nos llamamos «boricuas»?

Boricua viene precisamente del nombre que los indios Taínos le pusieron a la isla: Borikén o Borinquen. Todo puertorriqueño, nacido o no en la isla, demuestra su orgullo de ser ‘boricua’ donde quiera que esté. Mis hijos son 1/2 puertorriqueños y 1/2 mexicanos (con un poco de gringo porque el padre de mi esposo era de California). Todos nacieron en EE. UU., pero le tienen un amor muy especial a Puerto Rico; se sienten ‘boricuas de pura cepa’. Mi hija Natalia tiene una banderita de Puerto Rico colgada en el espejo retrovisor de su carro. 🙂 Eso me da mucha ternura.

Soñando con Puerto Rico

Esta canción es un clásico del famoso cantautor puertorriqueño Bobby Capó que resume perfectamente el sentir de todos los boricuas que vivimos fuera de nuestra islita. Y la canción dice así:

Si por casualidad
Duermes y sueñas
Que te acaricia la brisa
Y sientes que el rocío mañanero besa tiernamente tu mejilla
Y el aroma del café te hace cosquillas
Seguro sueñas
Que estás en Puerto Rico

Si por casualidad
Duermes y sueñas
Que te enamoran las olas
Y que hay un cielo azul
En conjura con la luna
Para hacerte prisionero
No lo digo porque es
La tierra que quiero
Seguro sueñas
Que estás en Puerto Rico

¡Pero mejor les comparto la canción! Preparen los pañuelos porque esta canción les llegará muy dentro (aún si no eres puertorriqueño, créeme):

Esta canción, junto con En mi Viejo San Juan y Verde Luz, son canciones que, al igual que nuestro himno nacional, tocan el corazón de todos los puertorriqueños, incluyendo a muchos de descendencia puertorriqueña que ni siquiera han ido a la isla de visita. Sus palabras son conmovedoras y me ayudan a recordar quien soy y lo bonito de haber crecido en un lugar tan especial.

Afortunadamente, la isla del encanto es especial para mí por razones muy ajenas a su estatus político. Porque cuando pienso en Puerto Rico, recuerdo el café con leche que mami nos preparaba por las mañanas antes de irnos a la escuela, los sorullitos de maíz con azúcar que abuela Conchita me hacía cuando se me antojaban, las clases de guitarra que me dio mi tío Carlos, el chocolate caliente que me preparaba titi Angela, cuando papi nos llevaba al Pizza Hut todos los viernes (¡y nos peleabamos con Ralph porque se quería comer toda la pizza!), las visitas a casa de abuelo Luis, los juegos con mis primos en el redondel, las fiestas patronales, cuando nos reuníamos en familia, cuando íbamos a visitar a mis tíos en Orocovis, cuando íbamos a la playa.

Nada tiene más importancia para mí; mis recuerdos de una hermosa infancia en la isla del encanto son mi mayor tesoro. Por todo eso y mucho más, Puerto Rico, te quiero.

Hasta la próxima,

Beverly